La primera computadora biológica en combinar neuronas humanas con chips de silicona ya es una realidad. Este es el CL1, desarrollado por la compañía australiana Cortical Labs, una innovación que promete cambiar el paradigma de la inteligencia artificial.
Este sistema, basado en una inteligencia biológica sintética (SBI) tan recolectada, es más eficiente de energía, aprende más flexible y eso supera por completo los chips basados en silicio utilizados para el entrenamiento de modelos lingüísticos (LLM) con un lenguaje grande (LLM), como el chatgpt.
CL1 se presentó en Barcelona el 2 de marzo de 2025 y estará disponible en los próximos meses.
Nuevo modelo de computadora: Bioordinado CL1
El desarrollo de CL1 no es solo un punto de inflexión tecnológico, sino también un progreso en la integración de biológicos y digitales. A diferencia de los procesadores tradicionales, este sistema utiliza redes neuronales cultivadas en laboratorio que se desarrollan y aprenden en tiempo real.
“Por ejemplo, lo vemos como una forma de vida diferente de animales o humanos. Lo consideramos un enfoque mecánico e de ingeniería de la inteligencia. Utilizamos el sustrato de inteligencia, que son neuronas biológicas, pero las reunimos de una manera nueva “, dijo el director científico Brett Kagan en New Atlas 2023.
Su capacidad de ajuste hace una alternativa prometedora para mejorar el modelo de IA y mejorar la investigación científica y médica.
El concepto “hetware”, combinaciones de hardware de células vivas, permite una nueva forma de computación en la que las neuronas humanas responden de forma autónoma a los estímulos.
Esta tecnología, disponible comercialmente bajo el “Wetware-A-A-A-A-SAS), permitirá a los investigadores de todo el mundo abordar sus capacidades a través de una nube sin la necesidad de equipos especializados.
La llegada de esta bioordinación abre la puerta con un progreso significativo en varios campos. Desde el desarrollo de nuevos medicamentos hasta la evolución de la inteligencia artificial, CL1 ofrece un sistema de aprendizaje más dinámico y efectivo que las redes neuronales basadas en el silicio.
“Una manera fácil de describirlo, sería como un cuerpo en una caja, pero tiene una filtración para las olas, es donde se almacena el medio, tiene una bomba de mantenimiento todo lo que circula, una mezcla de gases y, por supuesto, control de temperatura”, explicó Kagan.
Imitando el funcionamiento del cerebro real, este tipo de tecnología puede transformar la forma en que las máquinas procesan la información y toman decisiones. Los investigadores han demostrado que las células cerebrales, cuando se cultivan en estos sistemas, pueden desarrollar patrones de aprendizaje en entornos simulados.
En estudios anteriores, se logró que la red neuronal de este tipo aprendió a jugar un videojuego clásico, adaptándose rápidamente a los estímulos. Ahora, con CL1, esta capacidad se lleva a cabo en un nivel más alto, lo que permite aplicaciones más complejas y sofisticadas.
Uno de los objetivos de los laboratorios corticales es democratizar esta tecnología para que cualquier investigador pueda usar su potencial sin infraestructura especializada. Gracias al modelo WAAS, los usuarios podrán abordar aún más el bioordinado y trabajar con redes neuronales reales sin la necesidad de su propio hardware.
CL1 también se enfatiza debido a su eficiencia energética. Aunque los sistemas de inteligencia artificial convencionales requieren enormes cantidades de energía para entrenar modelos lingüísticos y otras aplicaciones, las redes neurónicas biológicas trabajan con un consumo mínimo, lo que los convierte en una alternativa a largo plazo sostenible y escalable.
¿Futuro de la inteligencia artificial?
A medida que CL1 comienza a usarse en los campos científicos y tecnológicos, será posible evaluar su verdadero impacto en la inteligencia y el cálculo artificial. Su capacidad para procesar información de manera flexible y su eficiencia energética lo posiciona como candidato para una revolución en la industria.
Aunque es demasiado pronto para saber cuánto puede llegar esta tecnología, el Lancing CL1 representa el primer paso hacia el futuro en el que una combinación de células vivas y silicio podría ser la clave para desarrollar sistemas más avanzados, sostenibles y adaptables a las necesidades humanas.
La bioordinación de los laboratorios corticales no es solo un punto de inflexión en la historia del conteo, sino que podría redefinir lo que entendemos con inteligencia artificial, abordando cada vez más máquinas creadas con habilidades cognitivas similares a las de los seres humanos.
Informática