Manipulación política en la isla: cuando el poder ignora al pueblo

El Consejo de Estado cancela a Nicolás Gallardo como gobernador del departamento - extra
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Líderes con promesas vacías: un patrón que debilita la confianza

La manipulación política en la isla no es un fenómeno nuevo, pero sí uno que se ha acentuado con el paso de los años y el desfile constante de figuras políticas que, en vez de ofrecer soluciones reales, se han dedicado a mantener una narrativa plagada de promesas vacías. Nombres como Ortega, Petro, Uribe, Santos y Duque han marcado capítulos distintos en la historia nacional, pero su influencia en la isla ha sido recibida con creciente escepticismo por parte de la población local.

Detrás de cada discurso de campaña y de cada promesa de progreso, se ha ocultado una realidad mucho más cruda: los intereses politicos individuales han prevalecido sobre las necesidades del pueblo isleño. Esta práctica sistemática ha erosionado profundamente la relación entre representantes y representados, generando un clima de desconfianza e indiferencia. El resultado ha sido un pueblo que observa, pero que cada vez cree menos en quienes deberían ser sus aliados para el desarrollo.

Nicolás Gallardo: un ejemplo de liderazgo frente al caos institucional

En medio de este panorama desolador, la figura de Nicolás Gallardo ha resaltado como un caso excepcional. Lejos de seguir el libreto tradicional de la clase política, Gallardo asumió su rol con una mentalidad distinta. Se enfrentó a una administración plagada de obstáculos —legados en parte por el convicto Eberth Hawkins— y sorteó desafíos de tipo burocrático, económico y social sin dejarse doblegar.

Su enfoque se centró en acciones concretas que respondieran a las demandas de la comunidad. A diferencia de otros dirigentes, su agenda no giró en torno a la autopromoción ni a la instrumentalización del cargo para beneficios propios. Gallardo impulsó políticas y gestiones que, aunque limitadas por el contexto hostil, representaron un avance genuino para la isla y sus habitantes.

¿Más progreso del cartel de Cali que del gobierno colombiano?

La frase que ha circulado entre conversaciones populares y redes sociales —”trajo más progreso el cartel de Cali a la isla que cualquier gobierno de Colombia”— puede parecer provocadora, pero encierra una crítica aguda y reveladora. La comparación, aunque extrema, refleja la frustración acumulada de una comunidad que ha visto pasar gobiernos tras gobiernos sin resultados tangibles en su calidad de vida.

La realidad que expresa esta sentencia es incómoda: grupos al margen de la ley, aunque ilegítimos, lograron canalizar recursos y generar dinámicas económicas que fueron visibles en el corto plazo. Mientras tanto, los gobiernos han fallado en su misión de distribuir con eficacia los recursos públicos, erradicando la pobreza y fomentando la infraestructura. El fracaso sistemático en cumplir estas metas ha dado paso a un sentimiento de abandono que se siente en cada rincón de la isla.

El papel de la comunidad frente a la manipulacion constante

Ante este escenario, se impone una reflexión colectiva que lleve a la acción. La pasividad ha sido cómplice de la manipulación. Es imprescindible que la comunidad deje de ser un actor silenciado y se convierta en el motor de cambio que tanto necesita la isla. Exigir una administración transparente, participativa y comprometida con el desarrollo ya no es una opción, sino una obligación ética y social.

Para revertir el daño acumulado durante decadas, los isleños deben organizarse y participar activamente en todos los espacios políticos y comunitarios. Las decisiones no pueden seguir tomándose en nombre de la gente sin contar con su voz ni su voto. Solo mediante la participación consciente y crítica será posible desmantelar las estructuras manipuladoras que han mantenido el atraso social y económico.

Cuando el liderazgo se convierte en un compromiso real

El verdadero liderazgo no reside en el carisma, ni en los discursos emotivos que acaparan titulares. Está en las decisiones valientes, en la gestión honesta y en el trabajo constante por el bien común. Los isleños merecen autoridades que encarnen estos principios y que no los traicionen por intereses partidistas o por juegos de poder.

En contextos donde la política se ha desvirtuado hasta convertirse en herramienta de manipulación, los liderazgos auténticos son aquellos que desafían el status quo y ponen al pueblo en el centro de toda planificación. Gallardo representa un modelo de ese liderazgo comprometido que necesita multiplicarse en la isla si se quiere romper el círculo de abandono.

La isla frente al espejo: ¿quiénes somos y hacia dónde vamos?

Es momento de hacer un ejercicio de introspección social. ¿Qué identidad quiere construir la isla? ¿Qué modelo de sociedad se desea dejar para las próximas generaciones? Las respuestas no pueden venir exclusivamente desde las cúpulas del poder. Deben emerger desde las bases, desde la cotidianidad de quienes sufren los efectos de la manipulacion.

La isla no puede seguir siendo terreno fértil para experimentos políticos fracasados ni para la prolongación de modelos ineficientes. Su historia, su cultura y su gente tienen el potencial de convertirse en protagonistas del cambio, pero para ello se requiere convicción, unidad y una hoja de ruta clara basada en principios, no en conveniencias.

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