Sin embargo, una vez le compartió la foto de su creación, no volvió a saber nada. Solo hasta un mes después, cuando tuvo lugar el evento para el que la primera dama quería el vestido (que, según él, “quedó ahí, hecho”), y se encontró con la sorpresa: “Cuando la veo en la cena con el vestido que yo le diseñé, pero con un escote… ¡Me quería morir!”, recordó.
Yáñez enfatiza en que lo que le molestó más fue ver la modificación que le hicieron al diseño, pues considera que para esas ocasiones se debe apelar más por la discreción: “¿Qué hacía por allá con semejante escote?”, se preguntó, y cree que “a la persona que la estaba asesorando [a Alcocer] le pareció que con un escote se veía más bonito el vestido y lo intervino”.