Romper el estigma de la hoja de coca y el color, el objetivo de Tinta Dulce en Colombia

Romper el estigma de la hoja de coca y el color, el objetivo de Tinta Dulce en Colombia
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La caldera sobre un horno de madera y un trozo de tela bastan para que la artesana colombiana Luz María Rodríguez convierta el polvo verde de las hojas de coca molidas, planta básica para producir cocaína, en color natural para textiles.

Rodríguez, que tuvo el primer contacto con el sector del hilado cuando tenía siete años, ayudando a su madre a tejer gorros y coserle vestidos de sus propias muñecas, forma parte del proyecto Tint Dulce desde el año pasado.

Esta iniciativa del diseñador bogotano Daniel Rubio y Mónica Suárez busca compartir las prácticas de tinción natural con comunidades artesanales de diferentes partes de Colombia y cambiar el estigma que existe en torno al cultivo de la coca.

“No es una mala planta, podemos aprovecharla bien”, dice a Ef Rodríguez, quien dirige un grupo de mujeres que participa cada año en el Festival del Tejilarte en Sutataus, un pequeño pueblo del departamento de Cundimarca, cerca de Bogotá.

Artisan admite que cuando escuchó por primera vez hablar de un proyecto utilizado por el periódico cocalero, pensó en un “arbusto muerto”, una narrativa predominante en el país, el mayor productor de cocaína del mundo.

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Foto de la artista textil Luz María Rodríguez, mientras trabaja en el proceso de teñir la lana con tinta extraída de las hojas de coca en Sutataus (Colombia). Efe/Carlos Ortega

Sin embargo, asegura que tras su uso con fines creativos y artesanales, ha descubierto que “esta es una planta que aporta muchas propiedades y beneficios” y que se puede utilizar en “cosas textiles”.

Proyecto

Ink Dulce nació en 2021, cuando arruinó a Suárez, a través de un programa apoyado por la ahora corrupta Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), comenzó a viajar mensualmente a El Tambbo, en el departamento del Cauca (suroeste) para trabajar con productores de seda.

Allí organizaron un taller donde los artesanos debían traer todas las plantas que encontraban y pensaban que podían servir para colorear. Muchos trajeron las hojas de coca, un cultivo predominante en el Cauca.

Luego de ver el aumento en las ventas de este grupo de mujeres, las diseñadoras buscaron financiamiento a través de la Fundación Sociedad Abierta y expandieron el proyecto a Cundimarca, Boyacá y la región central de Santander.

Prejuicio

Los fundadores de Tint Dulce compran diez kilos de harina y coca al año a proveedores del Cauca, donde controlan varios grupos disidentes de exguerrilleros y bandas criminales de las Farc que controlan las rutas del narcotráfico y la coca.

La persona más básica del proyecto “vive en condiciones muy diferentes a las nuestras”, afirma Suárez.

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La foto muestra un tejido de lana, coloreado con tinta extraída de hojas de coca, en Sutataus (Colombia). Efe/Carlos Ortega

Luego de comprar un arbusto de tierra, lo entregan a diferentes comunidades campesinas, donde los artesanos lo filtran y luego lo cocinan en una olla caliente. Para ello, Rodríguez utiliza agua de lluvia.

Para jugar con los colores introducen harina vegetal junto con otros mordanos, sustancias como el vinagre que modifican el pH de las fibras, permitiéndoles adquirir tonalidades amarillas, verdosas y marrones. Una vez coloreados, el vellón y la lana eventualmente se convierten en almohadas, bufandas o suéteres.

Usando

Al trabajar con una planta clasificada como estupefaciente en la Convención de las Naciones Unidas de 1961, los principales retos del proyecto son “el prejuicio de que la gente tiene desconocimiento” sobre la lista de la coca, que todavía está “criminalizada a nivel internacional”, afirma Rubi.

En Colombia, las comunidades indígenas y rurales utilizan una lista de coca con fines medicinales y culturales, y la política nacional reconoce la necesidad de regular su uso con fines terapéuticos, científicos e industriales.

Sin embargo, hoy “los niveles de coca de lista son históricos”, afirma Suárez. En septiembre, el gobierno de Estados Unidos sacó a Colombia de la lista de países que habían cumplido el año pasado con la lucha contra el narcotráfico.

Esto significa que el uso nocivo de la hoja de coca resuena constantemente, lo que dificulta intentar cambiar la narrativa, dice Suárez.

Educar sobre la lista de coca

Los diseñadores señalan que Ink Dulce busca “compartir conocimientos” sobre el uso alternativo de la planta. Por ello, anunciaron el manual para que “toda persona, sea o no experta, pueda preparar tinta”.

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La foto muestra un tejido de lana, coloreado con tinta extraída de hojas de coca, en Sutataus (Colombia). Efe/Carlos Ortega

También lanzaron un libro para colorear destinado a los niños porque creen que el cambio en la narrativa debe empezar por los más pequeños.

Suárez recuerda que durante dos años lograron presentar su proyecto en la convención anual de la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Droga y el Delito (UNODC) “con el objetivo de mostrar la posibilidad de que la hoja de coca debe dar color”.

Allí, dice, se dieron cuenta de que los prejuicios se desmontan cuando la gente “ve colores” y “habilidades”. Efe

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