Explicó en su reflejo de que a veces “en todo lo que el Señor nos llama, cómo para la vida y en la fe, a veces nos sentimos suficientemente insuficientes”, pero “que” no debemos mirar nuestra fuerza, sino en la gracia del Señor que nos eligió, seguro de que el Espíritu Santo nos lleva y nos enseña a todos. “
Y agregó que “la vivienda de Dios en nosotros es precisamente el don del Espíritu Santo, que nos guía con una mano y nos hace percibirnos, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, haciéndonos con nuestra residencia”.
Y por lo tanto, preguntó: “Dadas las obligaciones que hacemos y nuestro servicio en la Iglesia, cada uno de nosotros puede confiar en la confianza: aunque soy frágil, el Señor no está avergonzado de mi humanidad, por el contrario, viene a vivir en mí”.
También dijo que la presencia de Dios “reveló, especialmente con los niños pequeños, en los pobres y en los que sufren, pidiéndonos que seamos cristianos cuidadosos y compasivos”.
Esta tarde, el Papa será poseído como obispo de Roma de la Basílica de San Juan de Letán, la catedral de la capital italiana, y luego visitará al alcalde de Santa María la para rezar ante el ícono de la Virgen María “Salus populi romani”, un remo de novelas.
Con estos trabajos y la última visita a San Pablo de Extramuros, los ritos relacionados con el inicio del Pontificado estarán cerrados.