Un destino que se renueva para la temporada alta
San Andrés, Providencia y Santa Catalina avanzan en una agenda turística que combina conectividad, calidad de servicio y sostenibilidad. Operadores, gremios y autoridades locales están articulando acciones para robustecer la llegada de visitantes nacionales e internacionales, con énfasis en experiencias auténticas ligadas al mar de los siete colores, la cultura raizal y la gastronomía isleña.
La estrategia prioriza la diversificación de productos —desde recorridos en zonas de pastos marinos y snorkeling responsable, hasta rutas culturales y de sabores locales—, así como la promoción en mercados clave del continente. El objetivo es que el viajero encuentre una oferta amplia, confiable y segura, capaz de distribuir los flujos turísticos a lo largo del año y del territorio, reduciendo la presión sobre los sitios más concurridos.
Calidad, sostenibilidad y formalización: tres ejes para competir mejor
El plan de trabajo en la isla pone el foco en el fortalecimiento empresarial: asistencia técnica a alojamientos y operadores, adopción de buenas prácticas ambientales, y mejoras en protocolos de seguridad marítima y de atención al visitante. En paralelo, se promueve la formalización del sector como columna vertebral de la competitividad, con acompañamiento para el cumplimiento normativo, la gestión de riesgos y la estandarización de la experiencia del turista.
Otro componente clave es la educación al viajero responsable: campañas para el cuidado de los arrecifes, manejo de residuos, respeto por la fauna marina y consumo local. Esta pedagogía busca que cada visita sume a la protección de la Reserva de Biosfera Seaflower, consolidando un modelo de turismo que preserve el patrimonio natural y cultural que hace único al Archipiélago.
Conectividad y promoción conjunta para atraer nuevos públicos
De la mano de aerolíneas y mayoristas, San Andrés trabaja en ampliar la conectividad aérea estacional y en fortalecer la promoción en ciudades emisoras, con activaciones y ruedas de negocios que acompañan los picos de demanda. La meta: mejorar la ocupación en temporadas intermedias, elevar la estancia promedio y aumentar el gasto en economía local —artesanías, mercados campesinos, oferta náutica regulada y cultura viva—.
Con esta hoja de ruta, el destino avanza hacia un turismo más equilibrado y de mayor valor agregado, donde la sostenibilidad y la identidad raizal sean la base para competir, diferenciarse y seguir enamorando a quienes escogen las islas como su lugar favorito en el Caribe colombiano.