San Andrés, 24 de octubre. El Día Mundial contra el Cambio Climático suele pasar como efeméride en el calendario global. En un archipiélago que ya vive la erosión costera, los oleajes más agresivos y temporadas de huracanes más frecuentes e intensas, la fecha es recordatorio y ultimátum: o actuamos en serio, o perdemos playa, pesca y turismo.
Impacto local, deuda nacional
El aumento del nivel del mar y los eventos extremos ya no son escenarios hipotéticos. En el Archipiélago, el clima golpea infraestructura, medios de vida y ecosistemas que amortiguan la energía del mar. El Isleño viene documentando avances y pendientes: desde advertencias sobre eventos ciclónicos hasta agendas de restauración y monitoreo costero. En clave isleña, el cambio climático no es tema “verde”, es tema de seguridad territorial y económica.
Nuestros “guardianes” naturales: manglares y pastos marinos
Que el mar avance no significa que estemos indefensos. Manglares y praderas de pastos marinos funcionan como infraestructura natural: capturan carbono (“carbono azul”), disipan oleaje y fijan sedimentos. Nuevos proyectos en San Andrés y Providencia integran diagnóstico de manglares, manejo de residuos y economía circular, con enfoque de participación comunitaria; el objetivo es sencillo y ambicioso a la vez: reducir presiones humanas y recuperar la función protectora de estos ecosistemas.
La ciencia regional y latinoamericana lo respalda: pastos marinos, manglares, humedales y turberas son “héroes invisibles” de la mitigación. Perderlos sería perder uno de los amortiguadores climáticos más eficientes del planeta.
Voces jóvenes, agenda global
La conversación climática no ocurre solo en conferencias; pero cuando la ciencia local se sienta en la mesa global, el Archipiélago gana. La bióloga marina Josselyn Bryan Arboleda, joven raizal, fue seleccionada para COP30 (Belém, Brasil) como parte de una delegación que llevará experiencias insulares y de Reserva de Biosfera Seaflower a un foro donde se define financiamiento, adaptación y pérdidas y daños. Es una oportunidad para traducir las urgencias de San Andrés en proyectos y recursos concretos.
Educación climática con apellido isleño
La isla necesita capacidades locales: formación técnica para restauración marina, monitoreo, manejo de residuos y turismo de bajo impacto; y necesita contar su historia climática con datos, memoria y cultura. La comunicación —desde escuelas hasta redes— debe explicar qué funciona, cuánto cuesta y quién responde.
Conclusión: la fecha vale si deja huella
El 24 de octubre no es solo “día de”. Es una línea de avance: cada metro de mangle recuperado, cada parche de pasto marino sano, cada barrio preparado para oleajes y tormentas. Que el Archipiélago sea ejemplo de cómo la ciencia y la comunidad protegen un territorio que el clima ya puso a prueba. El futuro costero no se espera: se construye.



