Acuerdo para preservar la pesca artesanal en los cayos del Archipiélago

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Un compromiso histórico que nace en Providencia

Pescadores artesanales del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina presentaron un Acuerdo de Conservación y Gestión Sostenible de la Pesca Artesanal, iniciativa anunciada en Providencia y activada con una expedición técnica a los cayos del norte. El objetivo es claro: recuperar los arrecifes, garantizar la renovación de poblaciones de peces y proteger los medios de vida raizales dentro de la Reserva de Biósfera Seaflower. 

El acto estuvo liderado por I-Fish Association y reunió a la Federación de Pescadores de Providencia y Santa Catalina, líderes de la sociedad civil, academia y entidades como el Ministerio de Ambiente, Coralina, Parques Nacionales, Aunap, Armada de Colombia, Cesyp y la Capitanía de Puertos, consolidando una mesa amplia de gobernanza marino-costera. 

Cómo funcionará: descanso rotativo para los arrecifes

El acuerdo propone un modelo de manejo rotativo que crea zonas de no pesca y no entrada temporales. El primer piloto iniciará en el Banco de Quitasueño por dos años (prorrogables), con el fin de darle “respiro” al ecosistema, permitir la recuperación de especies clave y fortalecer servicios ecosistémicos como la protección costera y el turismo de bajo impacto. Voces técnicas y comunitarias resaltaron que esta es una aproximación innovadora que integra conocimiento tradicional con ciencia y monitoreo participativo. 

Este marco se articula con instrumentos jurídicos y de política: la declaratoria de la Reserva de Biósfera Seaflower (UNESCO, 2000), el Área Marina Protegida (Resolución 107 de 2005), recientes avances en Serranilla y Bajo Nuevo, y decisiones organizativas raizales como el Acuerdo 001 de 2025 de la Federación de Pescadores sobre libre determinación y uso sostenible de los recursos. 

Una expedición para socializar y medir impactos

Como primer paso operativo, se realizó una travesía de socialización desde Providencia hacia Roncador, Serrana y el sur de Quitasueño, con participación de aliados como Fondo Acción y ProSeaLand (proyecto Fi wi Riif). La ruta permitió dimensionar el “maritorio” y priorizar sitios para el manejo adaptativo. 

Más allá de la norma, el acuerdo coloca a la pesca artesanal en el centro de la solución climática y de biodiversidad del Caribe colombiano: descansa los arrecifes, reduce presión sobre poblaciones vulnerables y alinea la seguridad alimentaria local con una economía marítima responsable. Si las autoridades sostienen el control y el monitoreo, y la comunidad mantiene la corresponsabilidad, el Archipiélago puede convertir este piloto en referente regional de conservación con justicia económica para las islas.

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