Los Estados Unidos de Sanciones contra Cuba están midiendo su economía y frenando su potencial, pero no son la causa fundamental de la grave crisis que sufre la isla, diagnosticaron en declaraciones a Effe ocho de los economistas independientes más famosos del país.
Sus opiniones sobre este tema, con sus diferencias, contradicen las posiciones del gobierno cubano, que asegura que las sanciones estadounidenses son “la causa principal” de la situación en el país y los opositores que afirman que el llamado bloqueo (en Cuba) o embargo (en Estados Unidos) no tiene ningún efecto.
La cuestión vuelve a estar en el orden del día antes de la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas de la resolución presentada por La Habana frente a las sanciones estadounidenses, que, según él, no han costado unos 20 millones de dólares (17 millones de euros) diarios en los últimos meses.
El cálculo es terriblemente complejo porque se basa en la trama de seis décadas de decisiones políticas, económicas, jurídicas y financieras en Washington, lo que tiene un impacto directo heterogéneo y costos indirectos muy difíciles de determinar.
Problemas estructurales y de aislamiento.
Como explica la Universidad de la ciudad de Nueva York Tamarys Bahamonda, además de prohibiciones claras y mensurables, Cuba está fuera de organizaciones internacionales como el Banco Mundial y en la lista estadounidense de países patrocinados por el terrorismo, lo que “limita el acceso al préstamo” y tiene “importantes costos financieros”.
Pese a ello, todos los expertos examinados por EPHE coinciden en que La Habana podría hacer mucho para reactivar su economía y no lo hacen.

Los economistas que asesoraron ofrecen varias perspectivas. Pese a no ignorar el efecto de las sanciones, generalmente señalan a La Habana para una profunda crisis nacional en los últimos cinco años, con contracción económica, alta inflación, falta de bases (alimentos, drogas y combustible), dolarización progresiva, migraciones masivas y desapariciones diarias prolongadas.
Mauricio de Miranda, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali (Colombia), confirma que las sanciones “afectan al país, y especialmente a los cubanos de a pie”, aunque dice no creer en las cifras de costos “alegres” -sin detalle ni auditoría- que utiliza La Habana.
Sin embargo, la crisis cubana, a su juicio, es “heredera de los problemas estructurales surgidos del ineficaz sistema económico” y del modelo fallido que “pretende mantener el liderazgo cubano”.
Las sanciones dañan a Cuba con “bloqueo interno”
El economista Pedro Monreal asegura que el impacto de las sanciones “existe y existe”, pero que hay otros factores que suponen un lastre importante como la “ineficacia” del sistema económico planificado o la estructura de las inversiones estatales.
Alejandro Miguel Hayes, coordinador del Instituto de Investigaciones del Caribe, asegura que “el Gobierno cubano es 100% responsable de la crisis” porque no explota los recursos a su disposición para resolver o mejorar las condiciones de vida en la isla.


Por su parte, Ricardo Torres, investigador de la Universidad de Washington, califica las sanciones como un “límite externo muy importante”, pero añade que no cree que sean “el factor más importante para explicar la crisis”.
Pavel Vidal, también profesor de la Pontifa Universidad Javeriana de Cali, reparte equitativamente la responsabilidad entre el “bloqueo externo y el bloqueo interno” y destaca que la economía cubana tiene una “alta dependencia de la política de sanciones” principalmente a través de la colonización y el turismo (no tanto a través de fondos comerciales).
A juicio del profesor de la Universidad de La Habana Omar Everleny, “no hay duda de que el bloqueo estadounidense contra Cuba daña significativamente la economía y a los cubanos en el país”, pero inmediatamente agrega que “internamente se puede hacer mucho”.
Susurro
La mayoría de los profesionales, que son asesorados individualmente, subrayan el propio sistema político-económico de la isla como principal causa de una grave crisis cubana.
Hayes habla de “lógica que impide tomar decisiones óptimas o mejores para crear riqueza”, y Monreal defiende que una planificación centralizada es un “modelo de modelo que no funciona” e “impide la liberación de fuerzas productivas”.
Bahamonda, por su parte, destaca el “modelo de toma de decisiones, propio del sistema burocrático socialista” y de ahí deriva la implementación “parcial”, “fraccional” y “disputada” de las reformas, con “ciclos de crisis, reformas y contrarreformas” que no dan frutos. También indica una regulación excesiva y una “incertidumbre legislativa” porque distrae las inversiones.
Torres reconoce el peso de los costosos shocks exteriores -desde la pandemia hasta el decorado de las sanciones en dos mandatos del republicano Donald Trump-, pero destaca la superioridad del modelo de “economía centralmente planificada”.
De Miranda enfatiza la necesidad de perseguir las causas de la amplitud económica de Cuba en la política y destaca entre las principales razones el “sistema político e institucional”, el “carácter autoritario y autocrático”; abandono de la “conquista social de la revolución”; y “errores sistemáticos” en la política económica.
En este sentido, el cubanoamericano Carlos Martínez explica la situación económica cubana a causa de políticas de planificación centralizada, nacionalizaciones generalizadas y limitaciones sistemáticas de la iniciativa privada.efe.efe